Sueños que valen el esfuerzo: Historias afrodescendientes
Conozca a Siannie Palmer y su historia de como la educación cambió su vida.
Soy Siannie Palmer Miller, mujer afrodescendiente del Caribe Sur costarricense de la comunidad de Puerto Viejo de Limón. Soy la hija menor de Hazel Miller (Mis Sam) partera empírica referente en la comunidad de medicina tradicional a base de plantas medicinales y David Palmer un agricultor de subsistencia y constructor de botes.
Crecí en un hogar con limitaciones económicas, pero siempre sabiéndome muy amada.
De mis padres aprendí el valor del trabajo honrado, el servicio a los demás y la importancia de ayudar a los menos afortunados, “pues nunca se sabe cuando necesitarás de otros” era lo que me decían desde muy niña.
En 1991 la orientadora de mi colegio el CTP de Talamanca me inscribió en un proceso de selección para una beca para Estados Unidos dirigida a estudiantes de buen rendimiento académico de zonas rurales.
Participé junto a otros 499 estudiantes en la etapa de preselección y quedé elegida en el grupo de 80 estudiantes finalistas. Debía irme en pocos día a un campamento ubicado en Ochomogo de Cartago para la preparación de 6 semanas.
Hasta ese momento de mi vida ni a Limón Centro había viajado sola, así que era impensable que me dejaran irme a vivir por casi un año a otro país. No obstante, para mi sorpresa cuando hablaron con mi madre ella dijo que sí, que me daría la oportunidad. Hasta el sol de hoy creo que la devastación del terremoto de 1991 fue lo que hizo a mi madre decir que sí y como mi familia era en esencia una típica familia de etnia negra si mi madre dice que si es sí.
“Quiero ser recordada como una mujer que nunca olvidó sus raíces ni el valor de la gratitud”
Esta experiencia marcó positivamente mi vida para siempre. La Siannie que subió al avión el 11/08/1991 y la que regresó el 01/03/1992 son distintas. La que volvió dio paso a una mujer segura, independiente, que sabe que en la vida las cosas no son fáciles, pero con esfuerzo se pueden lograr los sueños.
En la vida todos enfrentamos dificultades y primera gran dificultad creo fue tener acceso a la educación, pues fui la # 9 de un grupo familiar en donde a los 15 o 16 años promedio las mujeres dejan los estudios para formar familia propia.
Hubo que convencer entonces que yo no haría lo mismo y para eso aun con padres analfabetas que no podrían ayudar con el trabajo escolar siempre me esforcé por ser la mejor en mi clase y abrirme puertas por mi rendimiento académico pues en mi mente esa era la llave para cambiar mi realidad.
Así que cuando termine la escuela y dije que quería ir al colegio mis padres me apoyaron y por ese rendimiento académico gané la beca que cambió mi rumbo para siempre.
Hoy anhelo ver a más jóvenes afrodescendientes cambiar sus rumbos no conformándose con ser uno más del montón. Aspiro seguir siendo una mujer plena que puede elegir y disfrutar hasta el último día de las cosas que elegí hacer o vivir. Aplicando el lema que me enseñaron en 1991 “siempre se debe superar lo mejor”
Vivo en un mundo real donde, pese al desarrollo, aún hay muchas personas que por ignorancia discriminan. He sido discriminada por ser mujer, por mi color de piel, por mis orígenes y hasta por la provincia en que nací y vivo. En ocasiones sutilmente con comentarios y chistes de doble sentido y otras veces de forma abierta y grotesca.
Yo no tengo recetas mágicas de cómo luchar contra la discriminación, pero lo que yo aplico para mí es no permitir que eso me afecte o detenga y no generalizo, no todos me odian, no todos quieren hacerme daño, no todos me discriminan.
Mi padre me enseñó una frase cuando era niña que aun hoy es mi filtro mental: “no puedes evitar que los pájaros vuelen sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que hagan su nido en tu cabeza”
Quiero ser recordada siempre como una mujer afrodescendiente que, pese a las circunstancias vividas, siempre soñó y luchó por lo que quería. Quiero ser recordada como una mujer que nunca olvidó sus raíces ni el valor de la gratitud, el trabajo, la excelencia, empatía y eso la llevó a vivir intensamente haciendo lo mejor que pudo en su generación.
Texto: Siannie Palmer
Fotografías: Carolina Barboza UNFPA
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