Costa Rica: comunidades y familias se unen a Naciones Unidas para reverdecer las ciudades y recuperar ingresos económicos post COVID-19
Familias que perdieron su trabajo por la pandemia generan ingresos por reforestación y recuperación de espacios verdes en las ciudades.
Alajuelita quiere dejar atrás su pasado de exclusión. Hoy emprende esfuerzos para proteger el ambiente y generar recursos para la recuperación económica de las familias luego de la pandemia por COVID-19. La ONU, a través de su agencia especializada PNUD, apoya a la comunidad. Foto PNUD Costa Rica.
Alajuelita es un cantón de Costa Rica muy cercano a su capital San José, de hecho, en autobús no se tarda más de 15 minutos en llegar.
Esta tierra, que estuvo habitada en tiempos prehispánicos por los indígenas Huetares y desde mediados del XVII por colonizadores españoles, recoge en la actualidad una población de unas 90 mil personas que comparten un paisaje urbano y rural sin igual.
Alajuelita es un cantón costarricense habitado desde tiempos prehispánicos por aborígenes huetares. Espacios urbanos y rurales conforman su paisaje. Foto Giuliana Protti / ONU Costa Rica.
Por mucho tiempo Alajuelita fue señalado como un sitio de exclusión social que llegó a estar en los últimos lugares del Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Por décadas, el desarrollo productivo y el crecimiento urbano descontrolado redujeron considerablemente sus bosques y destruyeron sus ecosistemas. Foto Roberto Salazar
Pero hoy Alajuelita trabaja fuerte y se esfuerza por superar sus limitaciones, salir de ese estigma y buscar soluciones basadas en la protección del ambiente y el desarrollo sostenible.
El PNUD se ha aliado con el municipio de Alajuelita y otros cuatro cantones metropolitanos, además del Ministerio de Ambiente y Energía, para impulsar el proyecto Paisajes Productivos con el fin de promover la conservación de la biodiversidad, la gestión sostenible de la tierra, el mejoramiento de la conectividad biológica y el secuestro de carbono.
Lo sucedido en Alajuelita es una historia conocida y repetida en una buena parte de América Latina. A partir del siglo XX el concreto, el cemento y la piedra ganaron terreno y crecieron descontroladamente con un fuerte impacto para los ecosistemas locales. Esto sucedió junto al desarrollo de prácticas productivas que arrasaron los bosques locales.
Ese crecimiento descontrolado provocó que hoy en Costa Rica solo sobreviva el 1,75% del bosque húmedo premontano, original del Valle Central donde se concentra más del 70% de la población del país.
Paisajes Productivos del PNUD intenta que Alajuelita y los demás cantones participantes, prioricen la protección de su flora y fauna para así “volver a la vida” al Corredor Biológico Interurbano María Aguilar, espacio que a través de la cuenca del Río María Aguilar recorre más de 104 kilómetros en el centro del país.
La recuperación de esta cuenca y su reforestación con especies nativas tendrá un impacto directo en la vida de más de 400 mil personas que viven en áreas cercanas al recorrido del río.
Carla Padilla, Ingeniera forestal del PNUD que apoya el trabajo del gobierno local y comunidades en Alajuelita, destacó que una de las metas clave del proyecto es reverdecer la ciudad a la vez que se impulsan procesos de sensibilización para que las comunidades comprendan la realidad de su región, los beneficios de los espacios naturales y la necesidad de mejorar, conservar y aumentar la cobertura forestal.
Pero volvamos al caso de Alajuelita.
Con apoyo del proyecto del PNUD y otros actores nacionales, el municipio de Alajuelita cuenta hoy con un vivero municipal que el último año ha producido más de 10 mil plantas y árboles que hoy se utilizan para reforestar los 120 parques del cantón y numerosos espacios públicos que requieren urgentemente de las plantaciones.
Personal de la municipalidad vela diariamente por el cuidado de las plantas en el vivero de Alajuelita. Foto Giuliana Protti / ONU Costa Rica.
El vivero produce sólo especies autóctonas como el Tucuico (ardisia revoluta) el Almendro de río (andera inermis) y el Roble sabana (tabebuia rosea) , que a través de numerosos cuidados tienen mucha más probabilidad de sobrevivir y recuperar las especies locales de fauna.
Modesto Alpízar, Alcalde de Alajuelita, explicó que la recuperación de los espacios públicos y la ampliación de la cobertura boscosa genera una mejor calidad de vida para las personas y es la base de un proyecto para promover a Alajuelita como un destino turístico verde.
Una mayor cobertura forestal trae también un regreso de fauna. Los resultados son esperanzadores. Una reciente misión de avistamiento, detectó más de 38 especies de fauna a la orilla del Río Tiribí y en las cercanías del vivero municipal. Desde el cuco ardilla (Piaya cayana) y la garza real (Ardea alba), hasta el andarríos maculado (Actitis macularius) y la tortuga candado escorpión (Kinosternon scorpioides) fueron vistos.
Por otra parte, la plantación de árboles, además de apoyar una mejor calidad de vida para las personas y la protección del ambiente, contribuye a mitigar los efectos del cambio climático y a proteger a las comunidades contra los desastres ocasionados por la deforestación.
Una garza real fue avistada en las cercanías del vivero municipal de Alajuelita. Fotografía cortesía de Fabián Vargas/ Proyecto Paisajes Productivos PNUD.
No solamente personal del gobierno local se encarga de sembrar los árboles, sino que a través del proyecto Paisajes Productivos, se capacita y se paga a brigadas familiares que han perdido sus ingresos por la pandemia de COVID-19 y que engrosan ese 19% de población desempleada en el país.
Quisimos ver cómo funcionaban las brigadas familiares y nos trasladamos a uno de los parques en Alajuelita que están bajo intervención ambiental de la iniciativa.
A tan solo 2 minutos del vivero está la urbanización Shikabah. Allí nos encontramos con 3 familias, lideradas por mujeres que se encargaban de sembrar al menos una docena de árboles. Foto Giuliana Protti / ONU Costa Rica.
Doña Gabriela Bonilla es líder de brigada. Ella explicó que, a través de su participación en la iniciativa, han aprendido a proteger el ambiente a la vez que ayudan a las personas de la comunidad a vivir mejor.
“Cuando sembramos árboles en los parques protegemos el aire, la flora y la fauna del cantón. Estamos recuperando los espacios públicos, llenándolos de vida nuevamente y a la vez generamos ingresos para alimentarnos y cubrir nuestras necesidades básicas”, indicó la lideresa.
Carla Padilla, Ingeniera forestal del PNUD acompaña a las brigadas familiares para capacitarlas sobre el proceso de siembra, manejo de suelo y cuidados de las plantas. Foto Giuliana Protti / ONU Costa Rica.
José Vicente Troya, Representante Residente del PNUD, destacó que la creación de las brigadas familiares para la reforestación urbana es un componente clave y estratégico para asegurar el aprendizaje y empoderamiento de la comunidad en la protección del ambiente, a la vez que se apoya la recuperación socioeconómica de las familias.
“Desde 2019 y hasta 2021 estamos reforestando cerca de 270 hectáreas en conjunto con las familias y las municipalidades. Esto ha beneficiado a más de 40 comunidades. Se ha hecho con especies idóneas y aptas para estos ecosistemas. Sólo en el último año logramos que 80 familias apoyaran la intervención de 64 hectáreas (640 mil metros cuadrados) con la siembra de casi 2 mil doscientos árboles y arbustos autóctonos en parques, aceras y áreas de protección de ríos. Trabajamos para asegurar el desarrollo sostenible de Costa Rica, demostrando que acción climática es desarrollo y que así nadie se quede atrás”, resaltó el Representante del PNUD.
Más de 270 hectáreas han sido reforestadas en comunidades urbanas a través del proyecto Paisajes Productivos. Foto Giuliana Protti / ONU Costa Rica.
El proyecto Paisajes Productivos es parte de la iniciativa “Conservando la biodiversidad a través de la gestión sostenible en los paisajes de producción en Costa Rica” del Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) financiado por el Fondo de Medio Ambiente Mundial (GEF) y ejecutado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con apoyo del comité local del Corredor Biologico InterUrbano Maria Aguilar.