Al estilo morena clara: Historias afrodescendientes
Conozca a Andreas Cordero y su historia como afrodescendiente en Costa Rica.
Hola! Me llamo Andreas Cordero Ramírez, soy una Morena Clara (de madre afrodescendiente y padre blanco) que vive en un rincón paradisíaco del Caribe Sur de Costa Rica. Amo la naturaleza y despertar en mi finca de chocolate con el canto de cientos de pajaritos que me llena de esperanza cada día.
Aunque no nos conocemos directamente creo que todos los seres estamos interconectados por medio de una energía superior que lo nutre todo y le da significado a nuestro diario vivir; así que, si estás leyendo mi historia ahora también es parte de tu historia.
Para que entremos en confianza te voy a compartir algunos detalles de mi evolución personal. Crecí en Hone Creek, Talamanca, Limón compartiendo con mis dos hermanos y mis papás. Un divorcio muy conflictivo, un abuso familiar, varios ciclos de discriminación y muchas carencias económicas complicaron mi panorama de adolescencia.
Sin embargo, estaba determinada a ser periodista y trabajar en televisión. Con una maleta llena de sueños, mucha ansiedad, cero colones y sin conocer como desenvolverme en la ciudad me fui para San José. Ahí comencé una larga y tenaz lucha por sobrevivir, estudiar y ganarme un puesto en los competitivos medios de comunicación nacionales.
Si hasta entonces ser de las más inteligentes en mi clase de la escuela y del colegio me había sugerido muchos problemas de bullying y me privó de tener amigos, ser de Talamanca en El Gran Área Metropolitana de Costa Rica fue enfrentarme directamente a una cruda discriminación por mi lugar de origen, mi género, mi cultura y mis características físicas.
“Mi mayor sueño es garantizar el bienestar de estas mujeres que se han vuelto parte de mi familia”
En estos tiempos de redes sociales y más apertura global muchas han cambiado, en buena hora. Pero yo si tuve que sobreponerme muchas veces a la ignorancia y exclusión porque la identidad nacional estaba enfocada en líneas que yo no representaba. Muchas veces me ofendieron, me cerraron puertas y me dijeron que no porque les olía a coco o era la cara más parecida al vandalismo limonense tan expuesto en las noticias.
Pero quiero decirles que en medio de todas esas dificultades aprendí a ser más fuerte, aprendí a dar el 1000% con toda mi pasión, desarrollé muchas capacidades en mayor velocidad que otros y aprendí que nada ni nadie puede apagar esa chispa divina que habita en nosotros. Nadie puede quitarnos el privilegio de vivir nuestra propia experiencia y alcanzar el propósito para el cual fuimos creados.
Luego de mucho esfuerzo, alcancé muchas de mis metas profesionales, entre ellas, ser la primera periodista y crear el primer periódico en la historia de mi cantón, Talamanca. En los medios más prestigiosos de este país conocen mi nombre, mi trabajo y aún tengo muchos amigos, muchos maestros de la vida que me tienen en sus oraciones con mucho cariño y tengo las puertas abiertas para volver, un detalle muy importante.
Después de una larga ruta de trabajo incansable decidí regresar a mi natal Hone Creek y al igual que a muchos de ustedes les ha pasado en algún momento de la vida… me enamoré perdidamente. De ese amor se formó una nueva vida que amé desde el primer instante que supe el resultado del laboratorio. Lo que nunca supe era la enorme batalla emocional y física que significaría enfrentar un embarazo ectópico, una cirugía de emergencia, la pérdida de nuestro bebé y una larga lista de padecimientos depresivos, de ansiedad, pánico y ruina mental. Y sí, por primera vez en mi vida colapsé en un profundo túnel del que no sabía cómo salir.
Desde ese momento comencé una nueva etapa de evolución y aprendizaje. Me di cuenta de que la mayoría de las veces nos desesperamos por cumplir metas sociales y nos abandonamos; dejamos de lado lo más importante de nuestra vida que es precisamente vivir. Me di cuenta de que no había tratado lo suficiente de vivir desde la solidaridad, desde el amor al prójimo, desde la comprensión, desde la calma, desde ese centro espiritual que nos conecta de una manera brillante con el universo. Comencé a descubrir la magia de vivir despacio, pero sin pausa.
En ese proceso de pulido interno, me incluyeron en un proyecto de rescate de plantaciones de cacao de población afrodescendiente y ¿adivinen qué? ... aquí estoy con una finca de chocolate, haciendo muchas cosas deliciosas, validando esa herencia tan bonita que me dejaron mis bisabuelos y ayudando a otras mujeres, niñas y adolescentes a reflexionar sobre el verdadero enfoque de la vida.
Estoy compartiendo con ellas mi experiencia, así como lo he hecho con ustedes, para que ellas puedan desarrollar esas metas y esos anhelos de su corazón con pasión, con fuerza, con valentía, productivas pero también equilibradas.
Juntas hemos creado un equipo de emprendimiento agrícola, algo que tampoco es fácil en Costa Rica, pero vamos poco a poco formando nuestra línea de trabajo en la finca y creando una variedad de productos saludables, nutritivos y armónicos con el ambiente.
Mi mayor sueño en este momento es poder garantizar el bienestar de estas mujeres que se han vuelto mi familia, que han sido parte de mi curación integral. Lograr completar los insumos y permisos necesarios para producir cacao y chocolate con una buena colocación y venta comercial que me permita ayudar a la mayor cantidad de familias que pueda con trabajo e independencia financiera.
Quiero que ese dinero sirva para seguir fortaleciendo la escuela improvisada que armamos en mi casa, ayudar en la formación académica y profesional que necesitan muchas personas y que también sirva para dar de comer, para construir casas, comprar ropa, dar asistencia médica, en fin ayudar a los que necesitan esa mano para agarrarse de la escalera hacia la luz, ser una solución práctica para mi comunidad porque acompañados se sale más rápido de las tribulaciones.
Y bueno para no cansarlos con el cuento, si en algún momento alguien me recuerda en esta vida o en las que siguen estaré muy satisfecha de leer en la historia de otra persona, ¿tal vez sea la tuya? que conocer algunos detalles de mi vida le movió las fibras y significó un impulso para evolucionar.
Texto: Andreas Cordero
Fotografías de archivo personal
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