En el camino de emprender
“Como puede ver –comenta, mientras se afana en la decoración de una serie de pequeños pasteles- estoy bastante atareada, pero yo sigo soñando"
Les vemos cotidianamente, están en muchas partes: produciendo bebidas, alimentos, atuendos, souvenirs y almibaradas confituras artesanales…. Están allí desarrollando, con ingenio y tesón, pequeñas empresas que, en muchos casos, apenas generan un ingreso para subsistir. Forman parte del llamado sector de la economía informal que, en Costa Rica, ronda aproximadamente el 45 por ciento de la fuerza laboral.
Aunque sus situaciones son diversas, entre estos trabajadores predomina una alta vulnerabilidad: la mayoría carece de seguridad social y recibe ingresos insuficientes para llevar una vida digna. Además, muchas veces su entusiasmo de emprender se ve enredado en la maraña burocrática que limita su crecimiento y formalización.
Esta es una realidad que ha puesto en evidencia la necesidad urgente de promover el Trabajo Decente para millones de hombres y mujeres que trabajan día a día con mucho ingenio pero con poca protección.
De cara a esa situación, la Organización Internacional del Trabajo -con la participación de los gobiernos locales y representantes del sector empleador y trabajador- ha desarrollado iniciativas para fortalecer a pequeños emprendedores de varios países de la región centroamericana.
Han sido éstas, experiencias modelo de atención que impulsan el pleno respeto de sus derechos a organizarse, no ser objeto de discriminación, contar con protección social y tener la posibilidad de que sus unidades económicas se desarrollen y marchen al amparo de la ley. Este trabajo tiene como marco la Recomendación 204 de la OIT sobre la transición de la economía informal a la economía formal adoptada en 2015.
Uno de estos esfuerzos se desarrolló en Costa Rica, precisamente en el cantón de Desamparados y a través del Proyecto ProSEI de la OIT. La iniciativa involucró a emprendedores y emprendedoras de la zona de Frailes, impulsores de pequeños emprendimientos relacionados con la producción de alimentos, café y servicios de turismo local.
Con estas personas se trabajó, entre otros aspectos, en el fortalecimiento de capacidades para la gestión emprendedora, la mejora de su capacidad asociativa, la promoción del respeto de sus derechos laborales y el desarrollo del proceso para transitar hacia la economía formal.
Maribel Barrios es una de las mujeres de la zona que participaron en la iniciativa. “Yo empecé preparando queques en mi casa, los cuales vendía al vecindario. Como al parecer les gustaban, pasé a producir más cantidad. Luego de los cursos que nos dieron al grupo de emprendedores de Frailes me doy cuenta de que para entonces tenía poca idea de los negocios en comparación con lo que sé y hago actualmente”.
Maribel tiene ahora una panadería, un emprendimiento formal, fuera de su casa de habitación, donde trabaja con el acompañamiento de su esposo. Compró sus hornos y los utensilios comerciales, realizó los trámites respectivos ante el gobierno local (que, por cierto, estableció una ventanilla de simplificación de trámites de registro para emprendedores) y empezó a vender sus queques y pan. La demanda de sus clientes le ha llevado a incluir en su producción y comercio nuevos y diversos productos.
Es fácil decir, de forma trillada, que esta mujer ha alcanzado sus sueños. Pero no, Maribel es una emprendedora cuyas aspiraciones carecen de techo.
“Como puede ver –comenta, mientras se afana en la decoración de una serie de pequeños pasteles- estoy bastante atareada, pero yo sigo soñando… Ahora mi sueño es tener un canal de distribución, que los productos lleguen a varios lugares, pero principalmente que las mujeres de la zona tengan trabajo, que yo misma pueda dar trabajo a otras mujeres”.