Una reinserción creativa
Personas privadas de libertad construyen un futuro mejor en medio de alegría y colaboración
La libertad, entendida como un puente que deben cruzar entre el ayer y esa nueva oportunidad tangible, para coexistir en la sociedad, conlleva en primera instancia el período de aceptación, y paralelamente el perdón a sí mismos, para exteriorizarlo a los demás. Es en este espacio, rodeado de muchas emociones, dónde la persona poco a poco va concientizándose como un ser humano integral, que merece ser feliz, que merece un futuro diferente al hasta ahora conocido, es decir, creerse importantes para la sociedad.
En primera instancia, son individuos, así como usted y como yo, que deben trabajar en sus temores e inseguridades, pero con la salvedad de que tienen un doble reto ante sí mismos, creer en su cambio, en su fortaleza para enfrentar la adversidad desde una perspectiva diferente, y en que esa misma sociedad que una vez los juzgó, les tienda la mano para reinsertarse y construir una nueva vida.
Cuando se escucha hablar a un privado de libertad, en rehabilitación, se denotan miles de historias positivas al respecto, ya que es evidente como sus emociones afloran, con sólo ver hacia afuera, cada detalle que la naturaleza ofrece se convierte en una sonrisa e ilusiones, aspecto en el que el arte es el elemento integrador, que remueve y reconstruye la autoimagen y el autodescubriento de ese nuevo ser.
Socialmente, un joven rehabilitado debe competir con el resto de la sociedad, por un lugar, por la atención del otro, para poder desarrollarse y destacar. El arte como ingrediente ideal, les provee las destrezas y sensaciones íntimas necesarias para enfrentar esa lucha, en la que en primera instancia deben lograr que los medios de comunicación vuelquen su mirada a estas personas, hagan eco de su cambio y con ello implícitamente la sociedad logre volver a creer en cada uno de ellos, en otras palabras, tener una visión distinta de esta población.
El arte acompañado de las ansias de superación, es fundamental para que los individuos (educandos) atraviesen una serie de etapas artístico, deportivo y culturales, cuyo fin inmediato es afinar las capacidades y destrezas, en tanto les permite descubrir su pasión, mediante caminos de esperanza guiados por grandes artistas nacionales e internacionales, denominados: educadores.
La sinergia que produce el cambio integral de cada privado de libertad y de una sociedad que le brinde esa oportunidad, se traducen en una amalgama rodeada de milagros, alegrías y del poder construir a paso lento, pero firme un futuro mejor.
La lucha conjunta entre los centros penitenciarios y la sociedad, no es tema de hoy, por ejemplo, desde hace algún tiempo el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (ILANUD) en conjunto con Asociación Persona Mentes en Libertad, Ministerio de Justicia y Paz y el Instituto Costarricense sobre Drogas ICD han realizado una serie de proyectos con personas privadas de libertad.
Es una historia corta, pero un universo de emociones, vivencias y luchas internas de cada persona, el reto está en lograr que el arte nos haga cada día más humanos, más emotivos, principalmente soñadores y felices; debido a que la ciencia nos enseña a descubrir el universo, pero el arte nos invita a amarlo.