Desde la huerta al plato: alimentos saludables y frescos
Las huertas escolares son laboratorios vivos de aprendizaje que permiten cultivar una gran cantidad de alimentos naturales
Caminando por los pasillos de la Escuela Biolley en Buenos Aires de Puntarenas, la profesora, Rebeca Gutiérrez, observó que existía una pequeña huerta en el jardín. En ese instante, Rebeca soñó con una gran huerta para que sus estudiantes aprendan más sobre de dónde provienen sus alimentos y puedan experimentar su sabor, colores y texturas.
En ese momento, el centro escolar todavía no participaba del Programa de huertas escolares promovido por el Programa de Alimentación y Nutrición del Escolar y del Adolescente (PANEA) del Ministerio de Educación Pública (MEP). Pero ese día, todo cambio, cuando Rebeca solicitó apoyo a la dirección para acceder formalmente al programa completo de huertas para mejorar la calidad de vida y nutrición de sus estudiantes.
“Mis estudiantes me decían es que no me gusta ese alimento, entonces yo les proponía hacer una merienda saludable con ingredientes como lechuga, tomate y pepino que cultivamos en la huerta escolar, y es que apenas lo probaron me dijeron: si nos gusta”, dijo Rebeca, quien trabajó durante más de diez años en la Escuela Biolley como profesora de preescolar.
Las huertas escolares son laboratorios vivos de aprendizaje que permiten cultivar una gran cantidad de alimentos naturales e invitan a las niñas, niños y a la juventud a desarrollar nuevas habilidades y conocimientos sobre el origen de sus alimentos.
“Los alimentos que se cultivan en la huerta se consumen en el comedor escolar, bajo una adecuada manipulación de los alimentos, con el objetivo de ahorrar dinero y suplir las necesidades del comedor. También, en época de la pandemia, se implementó la huerta en casa para incentivar a las familias a sembrar en macetas o en un rincón de la casa para mejorar sus hábitos alimenticios”, comentó la profesora.
En la huerta escolar los cultivos crecen mediante la aplicación de buenas prácticas agrícolas, sin debilitar el suelo y sin el uso de plaguicidas o fertilizantes peligrosos.
“Por ejemplo, yo a la cocinera le preguntaba cuántas lechugas, brócoli o coliflor iba a necesitar en la primera semana, entonces yo ahí tenía un inventario de alimentos y hacía una escala de siembra de acuerdo con las necesidades del menú escolar, asimismo, los otros alimentos que no se producían en la huerta se solicitaban por medio del Programa de Abastecimiento Institucional (PAI)”, señaló Rebeca.
Además, las huertas generan un espíritu de trabajo en equipo y les enseñan a las personas a valorar el trabajo que realizan día a día las personas agricultoras quienes son heroínas y héroes de la alimentación.
Durante todo el proceso Rebeca recibió varios cursos de aprendizaje para la elaboración y mejoras de las huertas, confección de abonos, conservación de semillas y manipulación de los alimentos.
En Costa Rica, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha trabajado en el fortalecimiento del Programa de Alimentación Escolar mediante la elaboración de huertas estudiantiles junto al MEP, como una herramienta de aprendizaje bajo el principio del derecho humano a la alimentación adecuada para todas las personas.
Hoy 7 de junio se conmemora el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos fecha impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la FAO con el lema “La inocuidad de los alimentos es un asunto de todos”. Una alimentación segura e inocua es una responsabilidad compartida que involucra a toda la cadena de suministro, desde las personas productoras hasta las personas consumidoras.
En Costa Rica, la FAO también promueve la inocuidad alimentaria y enseña sobre el correcto lavado y almacenamiento de las frutas y los vegetales a través de las Guías Alimentarias. La mayoría de las enfermedades transmitidas por los alimentos se pueden prevenir mediante una correcta educación e higiene. El acceso a alimentos inocuos y nutritivos en cantidad suficiente es fundamental para mantener una buena salud.
La inocuidad de los alimentos juega un papel clave a la hora de garantizar la seguridad de los alimentos en cada etapa de la cadena alimentaria: desde la producción hasta la cosecha, en el procesamiento, el almacenamiento, la distribución; hasta el final de la cadena, en la preparación y el consumo.
Superhéroe de la alimentación sana
David Guillén es productor de chile, tomate, papa y vainica de la provincia de Cartago, Cervantes, en Costa Rica y aunque no utiliza una capa como un superhéroe, siempre lleva una gorra y mangas largas para protegerse del sol ardiente, mientras labra la tierra.
Todos los días, Guillén recorre sonriente y satisfecho las eras donde crecen verdes hileras de distintos alimentos.
Guillén ha hecho un esfuerzo por proteger los cultivos bajo techo e implementar buenas prácticas agrícolas para obtener productos naturales y de mayor calidad.
“El chile y el tomate necesitan mucha mano de obra entonces, por lo que somos fuente de empleo y además llevamos desde el campo nuestros productos agrícolas a las ferias del agricultor para comercializar productos de calidad. Aquí se trata de ayudarnos todos porque esto es una cadena”, comentó Guillén.
Para Guillén es muy importante ofrecer a la persona consumidora un producto fresco, inocuo, nutritivo, amigable con el ambiente, accesible, y venderlo un precio justo en el que todas las personas se beneficien.
Los alimentos frescos y saludables que llegan hasta la mesa pueden viajar en cajas dentro de camiones, para llegar a los mercados, ferias del agricultor, restaurantes, hoteles o centrales de compras locales. Como parte importante de la inocuidad alimentaria, es clave mantener una adecuada higiene y lavarse las manos a la hora de manipular los alimentos. También es clave lavar con bastante agua las frutas y los vegetales antes de consumirlos.