Hacer parte a las juventudes para construir un mundo mejor
¿Qué tendrías en cuenta para construir una casa? Esa pregunta, aunque puede parecer trivial, se entrelazan con lo más profundo de nuestra existencia.
Las respuestas son tan variadas como personas hay en el mundo, porque se sustenta en lo que cada quien conoce, en lo que entiende por ‘casa’ y en todo lo que implica construir. Si la pregunta la extendemos a nuestras escuelas, hospitales, puentes, carreteras, universidades o plazas, o si añadimos que queremos construir una casa que resista muchos años y a fenómenos naturales cambiantes, la respuesta se complejiza aún más.
En un mundo en vertiginoso cambio, las respuestas pueden ser aún más complejas. Todo el planeta, sin excepción, está siendo amenazado hoy por una triple Crisis Planetaria: Un planeta en ebullición ―diría el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres― con un incremento de fenómenos climáticos extremos que implican la subida del nivel del mar, pérdida de la biodiversidad a un ritmo alarmante y contaminación hasta en los lugares más recónditos de la Tierra.
A eso se le adicionan desigualdades exacerbadas, aumento de conflictos bélicos y sociales, economías inestables, cambios en el mercado laboral por la incorporación de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, aumento de los desplazamientos migratorios, surgimiento de movimientos anti-derechos y democracias e instituciones debilitadas.
Las juventudes son, precisamente, las generaciones que están siendo testigos de las grietas de aquello que debería ser la solución y que, en muchos casos, no logra responder a sus necesidades y en las que pocas veces tienen un lugar de decisión. Se las convoca para darles voz por sus ideas innovadoras, su visión ‘fresca’ e idealista, su empuje voluntarista, sus lógicas cooperativas y su liderazgo inclusivo. Sin embargo, rara vez hay sillas para que puedan sentarse al momento de decidir por su presente y su futuro.
Tras la reciente Cumbre del Futuro, que resultó en la adopción del Pacto para el Futuro por 193 Estados miembros de la ONU y prevé 56 acciones para hacer frente a los mayores desafíos de nuestra época, como Red de Juventudes de la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos para América Latina y el Caribe ―entidad de la ONU responsable del desarrollo de Infraestructura, Adquisiciones y Gestión de Proyectos―, creemos indispensable darle especial atención a los problemas que enfrentan las personas jóvenes en estos temas y el papel de las infraestructuras actuales en la resolución o, al contrario, la profundización de los mismos.
En América Latina y el Caribe, las desigualdades que afectan a las personas jóvenes son muchas. Una muy importante es la falta de infraestructuras seguras y funcionales de uso público que limita la interacción social, el deporte y el ocio, elementos cruciales para su bienestar integral. La ausencia de estos espacios también incide en la salud mental de las juventudes, afectando su sentido de pertenencia y cohesión social. Abordar estos problemas requiere soluciones integrales que incluyan tanto infraestructura como apoyo psicosocial.
Desde Naciones Unidas se han implementado proyectos que buscan reducir esta brecha. En Costa Rica, en el marco del proyecto del Parque para el Desarrollo Humano del cantón de Alajuelita, gestionado por UNOPS, se implementaron diversas iniciativas para empoderar a las juventudes locales, asegurando su participación activa desde la planificación hasta la inauguración y cierre de la obra.
Se llevaron a cabo ferias informativas y talleres participativos que acercaron a niños, niñas y adolescentes al proyecto, fomentando la apropiación del espacio público a través de dinámicas lúdicas y educativas. Además, se invitó a jóvenes locales de secundaria a colaborar en la reforestación del terreno, creando un sentido de pertenencia y compromiso hacia el cuidado del parque.
Al cierre del proyecto, la continuidad de los talleres propició escuchar las voces de las juventudes en la elaboración del Plan de Manejo Integral, asegurando que sus ideas y necesidades sean tomadas en cuenta, promoviendo así una comunidad más inclusiva y activa en la construcción de su entorno.
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Si bien estas iniciativas producen un impacto positivo y ayudan a reducir las desigualdades, sigue siendo importante preguntarnos: ¿Qué sucederá con estas problemáticas cuando se agudice aún más la triple crisis planetaria? ¿Cómo se articularán soluciones que garanticen la escucha y participación de las juventudes en contextos de crisis? ¿Cómo enfrentaremos estos desafíos si no se invierte lo suficiente en reducir estas brechas? En síntesis, ¿cómo construiremos el mundo que compartimos?
La respuesta que se construya debe contener la expertise de quienes han dedicado su vida profesional a la materia, pero también la visión de las personas jóvenes que somos quienes tenemos el derecho a un presente y un futuro que nos incluya. El mundo que nos espera debe ser inclusivo, resiliente y sostenible, hacer un uso ágil, adecuado y no discriminatorio de las tecnologías, y contar con recursos públicos que se usen de manera eficiente, equitativa y transparente, con los derechos humanos de todas las personas como marco.
Necesitamos incluir más, en más espacios y de manera más significativa a las juventudes para abordar con urgencia las desigualdades que atraviesan las personas en situación de mayor vulnerabilidad. Aprovechemos la oportunidad que nos brinda la Cumbre del Futuro para una mayor participación juvenil de ahora en adelante, para que el lema de Naciones Unidas se cumpla y, finalmente, no dejemos a nadie atrás.
Artículo escrito colaborativamente por:
Erik J. Petterson - Asist. Sénior de Comunicaciones, Diseño e Identidad Visual - ORD
Marie Peschke / Esp. en Género, Diversidad e Inclusión - ORD
Equipo Coordinación Red de Juventudes de UNOPS LCR
Amanda Campos Rodríguez, Asistente de Comunicación en la Oficina de Costa Rica y El Caribe.