Agua que da vida a la igualdad
La pobreza va más allá del nivel de ingresos. Es también la falta de acceso a la educación, al agua potable, a la comida o a la educación.
En el mundo, 3 de cada 10 personas carecen de acceso a servicios de agua potable seguros, y la crisis climática pone en riesgo el progreso de los últimos 50 años en materia de desarrollo, salud y reducción de la pobreza, además, vuelve frágil la democracia y amenaza el futuro de los derechos humanos y tiene un impacto profundo en las poblaciones en mayor situación de vulnerabilidad, especialmente en las mujeres.
En Costa Rica, 92,4% de población tiene acceso a agua potable, realidad que ubica al país con uno de los porcentajes más altos de la región. Sin embargo, este es un logro que no alcanza a todas las personas por igual, dejando vulnerables a cientos de comunidades y poblaciones, entre ellas niñas, niños, mujeres, personas con discapacidad y adultas mayores que no logran abastecer sus necesidades básicas ni las de las familias. A pesar de los altos niveles de cobertura, persisten cerca de 350.000 personas con numerosos desafíos ante la falta de agua potable, especialmente ante la emergencia climática que trae consigo temperaturas extremas, sequías más prolongadas, tormentas y huracanes que arrasan con todo a su paso, incluida la igualdad, la dignidad y la vida.
Como respuesta, el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), lanzaron en 2016, el proyecto Fortalecimiento de los acueductos comunales para hacer frente a la crisis climática, que considera la perspectiva de género y el enfoque de derechos humanos, de manera multidimensional, multisectorial e interseccional. Esta iniciativa ha impactado en el mejoramiento de la calidad de vida en más de 206 comunidades de la zona norte del país. Los objetivos de este esfuerzo nacional, que finalizará en 2021, son fortalecer la infraestructura y la capacidad técnica de acueductos comunales, así como promover la adaptación basada en los ecosistemas y la gestión del riesgo de desastres con amplia participación de la comunidad. La inversión de este esfuerzo es de 5 millones de dólares y como resultados principales destacan el desarrollo de herramientas técnicas al servicio de los acueductos comunales para el mejoramiento de temas críticos como la reducción del agua no contabilizada, la gestión del riesgo de desastres, la optimización operativa de la infraestructura, la adopción de medidas de adaptación para la protección del recurso hídrico, y la promoción de la igualdad de género en todos los espacios. Como muestra de ello, la elaboración de la Política Institucional de igualdad de género del AyA 2018-2030, su Plan de acción y el empoderamiento de las mujeres para mejorar su participación en puestos de toma de decisión en los acueductos comunales.
HISTORIA: AGUA, DIGNIDAD Y CLIMA
“Llegamos a sufrir mucho por el agua. Yo tenía un ganado que se me murió de sed. Hace unos años el río pasaba lleno, pero ahora es diferente. Ahora todo está seco”. María Chavarría Muñoz, vecina de la comunidad El Rincón.
“Durante el embarazo de Mateo pasé una experiencia demasiado triste, sufrí necesidades. El agua de la quebradita nos daba asco porque un vecino tenía muchos pollos de granja, pero con eso nos teníamos que bañar y lavar los platos. Ahora somos felices, hoy tenemos agua potable de la ASADA y por eso la cuidamos”. Adriana Castro Corea, mamá de Mateo.
Doña María, una de las adultas mayores que vive en El Rincón de San Vicente de Nicoya, comunidad situada a más de 200 kilómetros de la capital costarricense y Mateo, vecino de Javilla de Cañas y quien no cumple aún los 5 años han tenido que enfrentar la crisis climática. Pese a la diferencia generacional y la gran distancia entre sus hogares han sido igualmente víctimas del desabastecimiento de agua potable y la falta de saneamiento en sus hogares.
Doña María recuerda cómo el clima ha cambiado durante los últimos años, y las dificultades que pasó por la falta del recurso hídrico. La mamá de Mateo prefiere no recordar lo que tuvo que pasar durante el embarazo ante la falta de agua potable y saneamiento como derecho humano fundamental.
Hasta hace unos meses este era el caso de muchas familias en la provincia de Guanacaste, entre ellas de El Rincón de San Vicente de Nicoya y Javilla de Cañas. Durante años, las comunidades fueron abastecidas por camiones cisterna. En algunas ocasiones las personas debían acudir hasta seis veces a llenar baldes, ollas o vasijas de barro para cubrir las necesidades en sus hogares y en el peor de los casos debían usar y consumir agua de un pozo artesanal, en ocasiones contaminado por desechos de ganado o agroquímicos.
Después de la intervención del proyecto, comunidades como las de doña María y Mateo han participado en acciones como captación de fuentes, instalación y construcción de nuevos tanques, así como la ampliación de redes de tubería, recuperación y protección de zonas de importancia hídrica, capacitación para mejorar el funcionamiento de los acueductos comunales, proteger el ecosistema que produce el agua y garantizar la participación de las mujeres en el mantenimiento de la infraestructura mediante la especialización en fontanería, entre otros esfuerzos de adaptación con visión de resiliencia que además de dignidad les garantiza el futuro a las familias, las comunidades y las próximas generaciones.
INICIATIVA EN COLABORACIÓN CON: Gobierno de Costa Rica, Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarrillados, Ministerio de Ambiente y Energía, Dirección de Cambio Global Climático, Global Environment Facility.